El diario español El País hizo pública el pasado 12 de mayo de 2012 la que ahora se considera la última carta de Federico García Lorca, que fechada en Granada el 18 de julio de 1936, muestra los esfuerzos del poeta por consolar a su enamorado Juan Ramírez de Lucas.
“En tu carta hay cosas que no debes, que no puedes pensar. Tú vales mucho y tienes que tener tu recompensa. Piensa en lo que puedas hacer y comunícamelo enseguida para ayudarte en lo que sea, pero obra con gran cautela. Estoy muy preocupado pero como te conozco sé que vencerás todas las dificultades porque te sobra energía, gracia y alegría, como decimos los flamencos, para parar un tren”, escribe el autor de La casa de Bernarda Alba.
Ramírez de Lucas era entonces un estudiante de 19 años y quería ser actor; de hecho, había tenido ya la oportunidad de probarse en el Club Teatral Anfistora, creado por Pura Ucelay para estrenar, entre otras, las obras de García Lorca. Éste había decidido aceptar la invitación de Margarita Xirgu para viajar a México pero quería marcharse con el joven, para lo que necesitaban la aprobación del padre del muchacho, un reputado médico albaceteño. El poeta había cumplido 38 años pero a su amante le faltaban dos para alcanzar la mayoría de edad.
Seguramente García Lorca tenía los contactos necesarios para salir de España con papeles falsos junto a su pareja, pero se negó a hacerlo. Ramírez de Lucas debía convencer a su familia, pero al hablar con su padre éste amenazó con poner el asunto en manos de la Guardia Civil si intentaba salir de Albacete sin su autorización. Lo había mandado a Madrid para estudiar administración pública y, pese a los buenos resultados escolares, había defraudado su confianza. Su vida paralela como actor en el Anfistora no encajaba para nada en sus planes, y menos aun su relación sentimental con un poeta homosexual.
Otoniel, el mayor de sus 10 hermanos, miembro de las Juventudes Socialistas y el único que conocía su doble vida, trató de intermediar a su favor, pero fue en vano. Simultáneamente, desde la Huerta de San Vicente en Granada, García Lorca telefoneaba animándole a que fuera paciente y comprendiera a su familia. Pensaba que se impondría la razón y acabarían entendiéndolo.
Tras la llegada de la carta que ahora ha publicado El País, Ramírez de Lucas perdió el rastro del poeta. El arresto de García Lorca, en casa de la familia Rosales, y su fusilamiento, no fueron conocidos en los primeros momentos en la confusión de la guerra. El asesinato del poeta dejó a Ramírez conmocionado. Su sentimiento de culpa no hizo sino aumentar con el paso de los años.
“Yo pienso mucho en ti y esto lo sabes tú sin necesidad de decírtelo pero con silencio y entre líneas tú debes leer todo el cariño que te tengo y toda la ternura que almacena mi corazón”, prosigue el poeta. Los tres folios, escritos a mano, con palabras subrayadas y alguna tachadura, llegaron a su destino cuatro días después, antes de que se cortaran las comunicaciones entre la zona republicana y la nacional. Ese mismo día se conocía el alzamiento franquista. La sublevación militar no tardaría en convertirse en guerra civil.
El valor documental de estos folios, junto con el poema, los dibujos y los cuadernos, en los que Ramírez de Lucas cuenta sus recuerdos sobre la relación de ambos, deberá ser determinado por los historiadores, pero para eso hace falta que los herederos den el visto bueno a la publicación. Hermanos y sobrinos se debaten sobre qué hacer con los documentos, que ya han merecido el interés de un gran sello editorial.
Para los partidarios de sacarlos a la luz se trata de una cuestión de tiempo, pero otro sector de la familia se niega a utilizar el histórico material. La trascendencia de los documentos podría ser de enorme importancia, puesto que aportarían nuevos datos sobre los últimos días del poeta.
Dado que se trata de una carta fechada el mismo 18 de julio de 1936, el hispanista irlandés Ian Gibson —quien ha dedicado buena parte de su vida a Federico García Lorca— considera que podría tratarse de la última misiva del poeta de la que se tiene constancia, aunque sea difícil determinarlo al cien por cien. “Según mis datos, el pintor Pepe Caballero le escribe una carta a García Lorca en esos días y se la devuelven diciendo que en esa dirección ya no vivía nadie”, explica Gibson.
A sus 73 años, el escritor considera que su cabeza se encuentra repleta de nombres y de fechas pero le bastó escuchar los apellidos Ramírez de Lucas para situarse en el tiempo: “¿Vive todavía? Hice todo lo posible por entrevistarme con él pero fue imposible. Sabía que era fundamental su relación con García Lorca pero no logré hablar con él y eso supuso una gran frustración. Cuando conseguí hablar con él me dijo que no quería verme, que él mismo preparaba su propia versión de los hechos, pero supongo que era una manera de quitarme de en medio”.
La relación había sido descubierta por el escritor Agustín Penón, quien viajó a Granada en 1955 para investigar la muerte de García Lorca, dejando constancia de ello en unas anotaciones que posteriormente serían publicadas, en primera instancia, por Gibson, y después recogidas también en la edición que Marta Osorio realizó de la maleta de Penón. Pero se trataba, en ambos casos, de unas pocas líneas perdidas entre cientos de páginas.
Ramírez de Lucas murió en Madrid en 2010, a los 93 años. Durante años guardó los recuerdos que le unían a García Lorca —dibujos, cartas, un poema, su diario—, sobreponiéndose a todos los peligros que conllevaba haber tenido relaciones con un poeta tan estigmatizado por el franquismo. En la carta de tres folios quedaban las últimas palabras que le enviaba el poeta. A los pocos días de recibirla, Albacete quedaba bajo el mando republicano y Granada en poder de los nacionales, lo que agravó la situación de García Lorca.
El poeta, tan famoso como carismático, se encontraba en la cumbre de su fama. Bodas de sangre se estaba traduciendo al francés y estaba a punto de publicarse Poeta en Nueva York. Margarita Xirgu lo había invitado a México pero en los planes de García Lorca también se encontraba la idea de regresar en otoño a Madrid para estrenar Doña Rosita la soltera. Sin embargo, en el otro bando solo importaba su fama de rojo y de homosexual. La situación en Granada se volvía insostenible. Su cuñado, el alcalde socialista de la ciudad, Fernández Montesinos, fue arrestado el 20 de julio en el Ayuntamiento y fusilado el 16 de agosto, dos días antes del asesinato de García Lorca.
Como algunos españoles que no podían acreditar un pasado glorioso al lado del bando nacional, Ramírez de Lucas se alistó tras la muerte de García Lorca en la División Azul, donde fue herido gravemente en la batalla del río Lovat. Posteriormente fue condecorado.
Más tarde, y con la ayuda de Luis Rosales, Ramírez de Lucas buscó trabajo en el diario español ABC. Se ganó la vida como periodista y crítico de arte y arquitectura y rehizo su vida sentimental con un compañero con el que compartió treinta años. Ni siquiera a él le contó nada sobre ese amor de juventud.
Mucho tiempo después, seguramente cuando la herida dejada por esa relación frustrada de manera tan dramática, Ramírez de Lucas comenzó a verter todos sus recuerdos en unos cuadernos, en los que cuenta la época que le tocó vivir, los momentos junto a Federico y sus ideas políticas. Todo ello podría ser de enorme valor para los historiadores. Hace dos años, poco antes de fallecer en un hospital madrileño, legó los documentos a una de sus hermanas. Su última voluntad fue que los documentos en su poder se conocieran.
La vuelta a escena de Ramírez de Lucas ha sido saludada por los expertos lorquianos, dada la importancia histórica que supone que afloren nuevos documentos que ayuden a comprender mejor la historia. Laura García Lorca, sobrina del poeta, que conocía la existencia de la carta, aseguró que podría tratarse de “material de enorme interés para el archivo de la Fundación Lorca”.
Una novela de Manuel Francisco Reina, Los amores oscuros, que Temas de Hoy publica este 22 de mayo, recupera la relación de ambos. Tras dos años de investigación exhaustiva que ha volcado en su novela testimonial, Reina tiene claro que Ramírez de Lucas fue el protagonista último de los Sonetos del amor oscuro.
El escritor condena la destrucción, por parte de familias españolas, de cartas, fotografías y documentos históricos importantes. “¡Que se acabe la vergüenza!”, dice a El País. “Ya es hora de descorrer este velo de silencio que, por absurdas cuestiones morales, lleva a la gente a destruir papeles históricos aun en estos tiempos en los que hay libertad de expresión. La Ley de Patrimonio Histórico Artístico debería ser extensible al tema documental”.
Su idea es que el Estado, lo mismo que es expropiable un castillo o se paran unas obras porque se han encontrado unas ruinas arqueológicas, debería tener la potestad de hacerse con los papeles de personajes fundamentales en la historia de España, para que puedan ser usados por los investigadores.
Fuente: El País.
“En tu carta hay cosas que no debes, que no puedes pensar. Tú vales mucho y tienes que tener tu recompensa. Piensa en lo que puedas hacer y comunícamelo enseguida para ayudarte en lo que sea, pero obra con gran cautela. Estoy muy preocupado pero como te conozco sé que vencerás todas las dificultades porque te sobra energía, gracia y alegría, como decimos los flamencos, para parar un tren”, escribe el autor de La casa de Bernarda Alba.
Ramírez de Lucas era entonces un estudiante de 19 años y quería ser actor; de hecho, había tenido ya la oportunidad de probarse en el Club Teatral Anfistora, creado por Pura Ucelay para estrenar, entre otras, las obras de García Lorca. Éste había decidido aceptar la invitación de Margarita Xirgu para viajar a México pero quería marcharse con el joven, para lo que necesitaban la aprobación del padre del muchacho, un reputado médico albaceteño. El poeta había cumplido 38 años pero a su amante le faltaban dos para alcanzar la mayoría de edad.
Seguramente García Lorca tenía los contactos necesarios para salir de España con papeles falsos junto a su pareja, pero se negó a hacerlo. Ramírez de Lucas debía convencer a su familia, pero al hablar con su padre éste amenazó con poner el asunto en manos de la Guardia Civil si intentaba salir de Albacete sin su autorización. Lo había mandado a Madrid para estudiar administración pública y, pese a los buenos resultados escolares, había defraudado su confianza. Su vida paralela como actor en el Anfistora no encajaba para nada en sus planes, y menos aun su relación sentimental con un poeta homosexual.
Otoniel, el mayor de sus 10 hermanos, miembro de las Juventudes Socialistas y el único que conocía su doble vida, trató de intermediar a su favor, pero fue en vano. Simultáneamente, desde la Huerta de San Vicente en Granada, García Lorca telefoneaba animándole a que fuera paciente y comprendiera a su familia. Pensaba que se impondría la razón y acabarían entendiéndolo.
Tras la llegada de la carta que ahora ha publicado El País, Ramírez de Lucas perdió el rastro del poeta. El arresto de García Lorca, en casa de la familia Rosales, y su fusilamiento, no fueron conocidos en los primeros momentos en la confusión de la guerra. El asesinato del poeta dejó a Ramírez conmocionado. Su sentimiento de culpa no hizo sino aumentar con el paso de los años.
“Yo pienso mucho en ti y esto lo sabes tú sin necesidad de decírtelo pero con silencio y entre líneas tú debes leer todo el cariño que te tengo y toda la ternura que almacena mi corazón”, prosigue el poeta. Los tres folios, escritos a mano, con palabras subrayadas y alguna tachadura, llegaron a su destino cuatro días después, antes de que se cortaran las comunicaciones entre la zona republicana y la nacional. Ese mismo día se conocía el alzamiento franquista. La sublevación militar no tardaría en convertirse en guerra civil.
El valor documental de estos folios, junto con el poema, los dibujos y los cuadernos, en los que Ramírez de Lucas cuenta sus recuerdos sobre la relación de ambos, deberá ser determinado por los historiadores, pero para eso hace falta que los herederos den el visto bueno a la publicación. Hermanos y sobrinos se debaten sobre qué hacer con los documentos, que ya han merecido el interés de un gran sello editorial.
Para los partidarios de sacarlos a la luz se trata de una cuestión de tiempo, pero otro sector de la familia se niega a utilizar el histórico material. La trascendencia de los documentos podría ser de enorme importancia, puesto que aportarían nuevos datos sobre los últimos días del poeta.
Dado que se trata de una carta fechada el mismo 18 de julio de 1936, el hispanista irlandés Ian Gibson —quien ha dedicado buena parte de su vida a Federico García Lorca— considera que podría tratarse de la última misiva del poeta de la que se tiene constancia, aunque sea difícil determinarlo al cien por cien. “Según mis datos, el pintor Pepe Caballero le escribe una carta a García Lorca en esos días y se la devuelven diciendo que en esa dirección ya no vivía nadie”, explica Gibson.
Ramírez de Lucas: guardó sus secretos por décadas |
La relación había sido descubierta por el escritor Agustín Penón, quien viajó a Granada en 1955 para investigar la muerte de García Lorca, dejando constancia de ello en unas anotaciones que posteriormente serían publicadas, en primera instancia, por Gibson, y después recogidas también en la edición que Marta Osorio realizó de la maleta de Penón. Pero se trataba, en ambos casos, de unas pocas líneas perdidas entre cientos de páginas.
Ramírez de Lucas murió en Madrid en 2010, a los 93 años. Durante años guardó los recuerdos que le unían a García Lorca —dibujos, cartas, un poema, su diario—, sobreponiéndose a todos los peligros que conllevaba haber tenido relaciones con un poeta tan estigmatizado por el franquismo. En la carta de tres folios quedaban las últimas palabras que le enviaba el poeta. A los pocos días de recibirla, Albacete quedaba bajo el mando republicano y Granada en poder de los nacionales, lo que agravó la situación de García Lorca.
El poeta, tan famoso como carismático, se encontraba en la cumbre de su fama. Bodas de sangre se estaba traduciendo al francés y estaba a punto de publicarse Poeta en Nueva York. Margarita Xirgu lo había invitado a México pero en los planes de García Lorca también se encontraba la idea de regresar en otoño a Madrid para estrenar Doña Rosita la soltera. Sin embargo, en el otro bando solo importaba su fama de rojo y de homosexual. La situación en Granada se volvía insostenible. Su cuñado, el alcalde socialista de la ciudad, Fernández Montesinos, fue arrestado el 20 de julio en el Ayuntamiento y fusilado el 16 de agosto, dos días antes del asesinato de García Lorca.
Como algunos españoles que no podían acreditar un pasado glorioso al lado del bando nacional, Ramírez de Lucas se alistó tras la muerte de García Lorca en la División Azul, donde fue herido gravemente en la batalla del río Lovat. Posteriormente fue condecorado.
Más tarde, y con la ayuda de Luis Rosales, Ramírez de Lucas buscó trabajo en el diario español ABC. Se ganó la vida como periodista y crítico de arte y arquitectura y rehizo su vida sentimental con un compañero con el que compartió treinta años. Ni siquiera a él le contó nada sobre ese amor de juventud.
Mucho tiempo después, seguramente cuando la herida dejada por esa relación frustrada de manera tan dramática, Ramírez de Lucas comenzó a verter todos sus recuerdos en unos cuadernos, en los que cuenta la época que le tocó vivir, los momentos junto a Federico y sus ideas políticas. Todo ello podría ser de enorme valor para los historiadores. Hace dos años, poco antes de fallecer en un hospital madrileño, legó los documentos a una de sus hermanas. Su última voluntad fue que los documentos en su poder se conocieran.
La vuelta a escena de Ramírez de Lucas ha sido saludada por los expertos lorquianos, dada la importancia histórica que supone que afloren nuevos documentos que ayuden a comprender mejor la historia. Laura García Lorca, sobrina del poeta, que conocía la existencia de la carta, aseguró que podría tratarse de “material de enorme interés para el archivo de la Fundación Lorca”.
Una novela de Manuel Francisco Reina, Los amores oscuros, que Temas de Hoy publica este 22 de mayo, recupera la relación de ambos. Tras dos años de investigación exhaustiva que ha volcado en su novela testimonial, Reina tiene claro que Ramírez de Lucas fue el protagonista último de los Sonetos del amor oscuro.
El escritor condena la destrucción, por parte de familias españolas, de cartas, fotografías y documentos históricos importantes. “¡Que se acabe la vergüenza!”, dice a El País. “Ya es hora de descorrer este velo de silencio que, por absurdas cuestiones morales, lleva a la gente a destruir papeles históricos aun en estos tiempos en los que hay libertad de expresión. La Ley de Patrimonio Histórico Artístico debería ser extensible al tema documental”.
Su idea es que el Estado, lo mismo que es expropiable un castillo o se paran unas obras porque se han encontrado unas ruinas arqueológicas, debería tener la potestad de hacerse con los papeles de personajes fundamentales en la historia de España, para que puedan ser usados por los investigadores.
Fuente: El País.